10h56 CET
14/01/2025
La Supercopa revitalizó el proyecto Flick. Un Barça en caída, cediendo el liderato y toda la ventaja al Atlético en La Liga y con el achique de espacios tumbado ya que los rivales superaban la defensa de un Barça que cuando baja un punto de intensidad empezaba a hacer aguas. La Supercopa es más que un título. Mentalidad ganadora, fuerza para seguir creyendo y una vía para acallar las dudas que generaba el proyecto y, sobre todo, los vaivenes de una junta que cada problema lo resuelve con una peripecia y una dimisión de un miembro de la junta.
Laporta, como antaño, vuelve a quedarse sólo. El presidente ha superado todas y más pero cada vez se complica más la viabilidad de un Barça metido en dificultades que sólo se solventan vendiendo a bajo precio derechos a futuros donde serán las próximas generaciones las que sean capaces de entender el boquete que le está generando esta junta al Barça actual. De momento, patada a seguir con el objetivo de ganar títulos a corto plazo, la Supercopa es el primero, para poder encontrar la virtud en el círculo virtuoso donde los éxitos, los ídolos y la marca maximizan los ingresos.
Raphinha estelar, Lamine Yamal superstar. El Barça con Gavi y Pedri en la medular como interiores y sin un pivote real, Casadó es más interior que mediocentro defensivo, funciona y lo hace arriesgando en la presión, avanzando líneas y jugando un fútbol directo y de área. Respira Flick, sin estadio al que volver queda los meses donde los rivales van con el cuchillo entre los dientes y los títulos que todos quieren ganar. Barça en progreso.