Londres, 9 ago (EFE).- Pocos momentos definen mejor la carrera de Darwin Núñez en Liverpool que el penalti que lanzó en la tanda contra el Paris Saint Germain y que eliminó a los 'Reds' en la pasada Champions League. De las casi 80.000 personas que había en Anfield ese día, la gran mayoría se temía o presagiaba el error del uruguayo. Incluso, algunas de ellas se dieron la vuelta para no ver el lanzamiento.

Fue seguramente el punto más bajo de los tres años que Darwin ha pasado en Liverpool, a donde llegó en 2022 con el beneplácito de un Jürgen Klopp que quedó sorprendido con el desempeño del delantero en un par de duelos en Champions League con el Benfica. Por eso desembolsaron los 'Reds' 73 millones por su fichaje, con una serie de objetivos que elevarían el gasto cerca de los 90 millones -algunos, como el de ganar la Champions, no se han cumplido-.

Fue un fichaje caro, pero destinado a seguir los pasos de Roberto Firmino, uno de los hombres de confianza de Klopp y de los más queridos por la grada de Anfield Road, que a día de hoy sigue coreando la canción en su honor.

Sin embargo, Darwin nunca colmó esas expectativas. En su primera temporada, habitualmente la más difícil, marcó quince goles y repartió cuatro asistencias en 42 partidos, levantando las primeras suspicacias sobre si Klopp no se equivocó al firmar al delantero por apenas una buena temporada en Portugal.

Pese a esto, el Liverpool redobló su confianza en él y en la 2023-2024 respondió con mejores números: 18 goles y 15 asistencias en 54 encuentros. Aún estaba lejos de los registros del Benfica y sus carencias de cara a puerta seguían ahí, pero empezaba a ser un jugador más seguro y, sobre todo, trabajador, algo imprescindible para triunfar en Anfield.

Así, se fue Klopp y llegó Arne Slot, y el holandés no tardó en perder la fe en el uruguayo. La tercera temporada de Darwin ha sido sin dudas la peor. Siete goles y siete asistencias en 47 encuentros. Perdió el puesto de titular, tanto en favor de Diogo Jota como de Luis Díaz, al que se acomodó en diferentes partidos -incluyendo cuando le hizo un 'hat trick' al Bayer Leverkusen- en una posición que no era la suya por la inconsistencia del uruguayo.

Cuando el Liverpool comenzó a fichar este verano, dejándose 300 millones en Florian Wirtz (125), Hugo Etikité (95), Milos Kerkez (47) y Jeremie Frimpong (40), una de las salidas más cantadas era la de Darwin, no tanto por salario, porque apenas supera los 7 millones anuales, sino porque su cartel en Arabia Saudí aún era potente para colocar un traspaso multimillonario. Los 53 millones que el Liverpool ingresa son importantes para cuadrar las cuentas y para tratar de conseguir a un futbolista de talla mundial y consagrado en la Premier como Alexander Isak.

Para Darwin, a sus 26 años, este contrato de tres años en el Al Hilal blinda su futuro económico, con un sueldo que nadie en Europa hubiese estado dispuesto a igualar, pero enciende las alarmas de su rendimiento deportivo, especialmente preocupante en año de Mundial.

Cuando acabe su contrato, con 29 años, aún tendrá edad de volver al fútbol europeo y a la élite, y quizás para entonces haya acabado con esa maldición que le persigue desde que aterrizó en el Liverpool, la estadística de Goles Esperados (xG). De la última década, es el peor delantero de los 'Reds' en esta métrica que mide la probabilidad de 0 a 1 de que un disparo acabe en gol.

En las tres temporadas que jugó en Premier League, marcó 25 goles, pero con un xG de 40. Es decir, según la estadística, debería haber marcado quince goles más.

Manuel Sánchez Gómez