El fútbol es una forma de arte colectivo. Existe un antes y un después del Milan de Arrigo Sacchi, un equipo que dominó el fútbol mundial convirtiéndose en la referencia a imitar. La organización de aquel equipo es el punto de partida de todos los actuales y la gestión de Berlusconi como presidente sólo puede compararse a la de Florentino Pérez al frente del Real Madrid. Ambos, con su gestión, cambiaron el fútbol demostrando ser unos adelantados a su tiempo.
El Milan cumplió 120 años el pasado 16 de diciembre. Inmerso en una crisis de rendimiento, tras años lejos de participar en la Champions y un par de pasos por detrás de sus competidores en Italia. Manda la Juventus, el Inter amenaza ese liderazgo mientras que Roma y Nápoles se han quedado tras años siendo la única alternativa a la Juventus. Se quedaron tras no conseguir el sorpasso. El AC Milan simplemente no está.
Ancelotti podría volver a la que fue su casa. Esa puerta la tiene abierta por más que el club esté en venta. Se necesita de una propiedad fuerte, con músculo económico para inyectar capital y que la adquisición de grandes jugadores permita que el Milan vuelva a ser el “Grande Milan”. La ley fiscal permite que los mejores jugadores puedan llegar, la reducción de la retención salarial ha posibilitado que Lukaku haya firmado por el Inter o Smalling por la Roma. Dinero para salarios, invertir en los mejores en un plazo corto, núcleo de jugadores italianos que lideran, un entrenador transgresor y una estructura fuerte en lo societario, así como una exigencia obsesiva de rendimiento. Así fue el plan Berlusconi. Clonarlo es obligatorio.