22h38 CEST
12/05/2025
Málaga, 12 may (EFE).- El Unicaja, campeón en Atenas de su segunda Liga de Campeones FIBA en el cuarto título que conquista esta temporada, festejó este lunes este nuevo hito sin un paseo en autobús ni la tradicional visita al Ayuntamiento de Málaga, pero con una recepción privada y una ofrenda a la patrona en el Santuario de la Victoria, adonde sí acudieron cientos de aficionados.
La última obra maestra del Unicaja en Atenas, su segunda Liga de Campeones FIBA en cuatro participaciones tras superar con claridad al Galatasaray turco (67-83), tuvo esta vez un itinerario de celebración distinto a otras ocasiones, ya que fue mucho más corto y no incluyó la típica rúa desde el pabellón de Los Guindos hasta el centro histórico.
El avión en el que viajaba el equipo malagueño partió en la mañana de este lunes desde la capital griega, con escala en Barcelona y llegada sobre las 19.00 horas al aeropuerto de Málaga-Costa del Sol, donde esperaban un centenar de aficionados para una primera recepción a los campeones.
Ya en suelo malacitano, la expedición al completo del Unicaja marchó directamente al Centro Cultural Fundación Unicaja para una recepción privada con los principales patrocinadores, el Banco y la Fundación Unicaja, pero sin acudir luego al Ayuntamiento de Málaga, como en cada una de las celebraciones anteriores.
No hubo tampoco un paseo en autobús descapotable por las calles del centro de la capital de la Costa del Sol para mostrar el nuevo trofeo a los hinchas, aunque sí se dio una comunión con aquellos que se acercaron a la última parada de esta hoja de ruta que terminó, como de costumbre, en el Santuario de la Virgen de la Victoria.
Allí los jugadores, miembros del cuerpo técnico y la cúpula directiva del club completaron la clásica ofrenda a la patrona de Málaga, con el correspondiente baño de masas junto a cientos de aficionados que fueron a rendir culto a los héroes de Atenas.
Poco antes de las nueve de la noche, el internacional español y capitán cajista bajó el primero del autobús con el trofeo en sus manos, mientras resonaban las campanas del santuario y la banda sonora de la charanga de Los Mihitas esperaba en la puerta principal, al final del pasillo gigantesco que formaron los seguidores.
La fiesta fue esta vez más breve y con menos multitud en las calles al no haber desfile, pero, como dejaron claro con sus cánticos los aficionados del conjunto malagueño, esperan poder hacerlo dentro de poco más de un mes en una hipotética celebración por el título de la Liga Endesa ACB, el próximo gran desafío para los jugadores entrenados por Ibon Navarro.
El próximo partido del Unicaja será este domingo (12.30 horas) ante el UCAM Murcia y servirá para mostrar el trofeo a la hinchada y desplegar otra bandera de campeón en lo más alto del Palacio de Deportes José María Martín Carpena. Y ya van diez, una decena de títulos que brillan en las vitrinas del cada vez más laureado club de Los Guindos.
Málaga, 12 may (EFE).- El crecimiento del Unicaja, instaurado como el espejo de otros tantos equipos en Europa por su manera de ganar títulos a través de un baloncesto vistoso, no parará con la reciente conquista en Atenas de su segunda Liga de Campeones FIBA (BCL), sino que continuará hasta el lograr el reto máximo para la propia entidad y su afición: ganar la Liga Endesa.
Ibon Navarro, entrenador de Unicaja y creador de este equipo de autor que hasta un venerado experto de los banquillos como Dragan Sakota definía como “un ejemplo a seguir” para su AEK, decía que esta nueva conquista de otra BCL -la segunda consecutiva- hay que celebrarla porque quién sabe si será la última.
“Este título hay que disfrutarlo como si fuera el último, porque nunca sabemos si luego vienen más. No hay que estar siempre queriendo más”, advertía Ibon Navarro, tras la lluvia de champán y confeti, en la rueda de prensa del Sunel Arena ateniense tras triunfar por delante de AEK, Galatasaray y La Laguna Tenerife en las finales con mejor cartel de las nueves ediciones de BCL disputadas.
El equipo malagueño ha conquistado la Liga de Campeones 2024/25 de manera casi perfecta, con quince victorias en dieciséis partidos y una única derrota, en Estambul (86-84) ante el Galatasaray con una canasta en el último segundo que cortó una racha de 18 partidos consecutivos sin perder, contabilizando desde la pasada temporada.
Se ha visto a un Unicaja superlativo, con sensación de dominio en la mayoría de sus partidos, que siempre cumplió con su etiqueta de teórico favorito. Fue campeón del Grupo B en primera ronda ante Aliaga Petkimspor, Filou Oostende y King Szczecin; también del Grupo J en segunda ronda, por delante de Galatasaray, Rytas Vilnius y Manisa Basket; eliminó por 2-0 en la serie al Pallacanestro Reggiana en cuartos de final, sufrió y remontó al AEK en semifinales y venció con autoridad al Galatasaray en la final.
En el grueso de la competición fue por momentos un equipo indestructible, pero en ocasiones también mostró debilidades y fases de poca inspiración. Ahí también encontraba la fórmula para ganar, “por lo civil o por lo criminal”, como resumía su entrenador tras salir vivos del duelo ante AEK, donde más que nunca supieron sufrir en el ambiente infernal de la hinchada helena.
Este recorrido sobresaliente les ha valido para cosechar algunos premios individuales otorgados por la BCL: Alberto Díaz, mejor defensor; Dylan Osetkowski, presente en el quinteto ideal de la temporada; Kendrick Perry, en el segundo mejor quinteto y Tyson Carter, mejor jugador de la Final entre Cuatro. Pero el legado de este Unicaja se explica en su conjunto.
El verano que lo cambió todo
Van seis títulos en 27 meses desde que llegara Ibon Navarro, previa destitución en Andorra, cuando Unicaja despedía a Fotis Katsikaris y confiaba en el vitoriano para enderezar el rumbo. Nadie del proyecto, ni el presidente, Antonio Jesús López Nieto, ni el director deportivo, Juanma Rodríguez, imaginaban este presente de oro y victorias.
Ni siquiera lo esperaba Ibon Navarro: “No pensábamos que esto podía pasar, pero encontramos no solo a grandes jugadores, sino a grandes personas, y todos conectaron”, reflexionaba este mismo domingo.
El verano de 2022 cambio la historia reciente del Unicaja. Fichó a nueve caras nuevas y tres viejos conocidos, mantuvo a solo tres jugadores de la temporada anterior y todo empezó a encajar. Estaba naciendo un equipo en el sentido más puro de la palabra, con una rotación gestionada al detalle y un reparto de roles que permitía brillar a muchos y no solo a unos pocos.
Los nueve fichajes fueron un acierto quirúrgico, pero también el Unicaja supo reaccionar cuando perdía a piezas por el camino. En los últimos años, el bloque se ha mantenido, pero los movimientos no han hecho sino mejorar, perfeccionar a un equipo cada vez con más genética de campeón.
Para muestra, la marcha de Darío Brizuela al FC Barcelona, que pagó su cláusula y pudo suponer una pérdida irremediable, pero que acabó en una acertada y rápida respuesta de la dirección deportiva en su apuesta por Kameron Taylor, un jugador de baloncesto integral que ataca y que defiende con el talento para cambiar por sí solo el guion de un partido.
O el fichaje estratégico, para cubrir el hueco que dejaba el retirado Will Thomas, de un jugador tan importante en el presente como Tyson Pérez. El internacional español de origen dominicano ha acabado siendo fundamental en las finales de Atenas y muy regular en esta edición de BCL, con promedios de 8’5 puntos y 5’3 rebotes por partido, el mejor de su equipo en este aspecto.
La decisión del club en 2021 de abandonar el paraguas Euroliga-Eurocup y iniciar un nuevo camino en la competición de la FIBA se interpretó como un paso atrás, poco ambicioso incluso, pero el tiempo les dio la razón. Aquel Unicaja en economía de guerra tenía que moldearse a su realidad y ahora puede contar que ha ganado dos Ligas de Campeones de las cuatro que ha disputado.
La guinda del pastel
Las victorias, los títulos, los elogios y las portadas atraen desde hace tiempo las miradas de todo el mundo baloncestístico, también equipos de Euroliga, pendientes de jugadores que visten la verde y morada en Málaga y que no saldrán si no se paga la cláusula, como ha asegurado en varias ocasiones el presidente del club.
No habían pasado ni diez minutos de bocinazo final en Atenas cuando los ciento y pico aficionados cajistas presentes en Atenas cantaban eso de “¡A por la Liga, oé!”. Es el deseo más recurrente, una ambición desmedida que sobrevuela el Martín Carpena, de manera casi inevitable.
Hasta al presidente López Nieto se le escapó, en un discurso en la cena de celebración del título de BCL, el deseo de verse de nuevo en otra final, la de Liga Endesa en el próximo mes. Unicaja solo la ganó una vez, en 2006 con Sergio Scariolo en el banquillo, un logro que sería la guinda a esta edad dorada de la canasta en Málaga.
Ibon Navarro suele huir de este tipo de presiones extra, pero, como indicaba Tyson Pérez en declaraciones a EFE en pleno festejo del último título continental, ganar la ACB ya no es un sueño, “es una realidad”. Aunque parezca desmedida.
Alberto Fuentes