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San Lorenzo de El Escorial-Madrid, el trayecto a la cima del mundo

10h27 CEST

09/04/2025

Madrid, 9 abr (EFE).- El 10 de abril de 1975, el Atlético de Madrid venció (2-0) al Independiente argentino en el Vicente Calderón y se proclamó campeón de la Copa Intercontinental, el máximo logro de los 122 años de existencia del club.

Este jueves, 10 de abril de 2025, se cumplen 50 años de aquella efeméride. Medio siglo después, EFE recuerda, de la mano de Eusebio Bejarano, leyenda colchonera y titular del conjunto campeón del mundo, cómo los rojiblancos prepararon durante las 48 horas previas aquel inolvidable encuentro.

Los antecedentes. La frustración de Bruselas

El 15 de mayo de 1974, el alemán Georg Schwarzenbeck, del Bayern Munich, iguala, a 40 segundos para el final de la prórroga, un maravilloso gol de Luis Aragonés de falta directa anotado en el minuto 113. Es la final de la Copa de Europa. Se disputa en el estadio Heysel de Bruselas. Por primera y única vez la UEFA había decidido que en caso de empate se disputase un segundo partido en el mismo escenario. El 17 de mayo, el Bayern golea 4-0 a un Atlético hundido moralmente y se alza con el máximo torneo continental.

El club alemán renuncia, sin embargo, a disputar la Copa Intercontinental contra el ganador de la Copa Libertadores. Alega incompatibilidad de fechas y está molesto por la dureza empleada por los rivales del continente americano en ediciones anteriores. Será el Atlético, como subcampeón de Europa, el que dispute el título oficioso de campeón del mundo al Independiente argentino. El azar le concede una ocasión de revancha.

Martes 8 de abril de 1975. El entorno

San Lorenzo de El Escorial. A 50 kilómetros de Madrid. Lugar de concentración del Atlético en las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado para los partidos del Calderón. San Lorenzo es una pequeña localidad de la sierra de Madrid, situada en una ladera del Monte Abantos, con el imponente Monasterio en sus terrenos. En 1975 tiene 8.700 habitantes y compone un entorno de lujo para desconectar de la ciudad, para respirar aire limpio y sano.

Allí sube el Atlético el 8 de abril de 1975, dos días antes del partido de vuelta de la final de la Copa Intercontinental. Había que remontar el gol de Agustín Balbuena en la ida, disputado en Buenos Aires el 13 de marzo de 1975.

"San Lorenzo era como nuestra segunda familia", recuerda el pacense Eusebio Bejarano, uno de los protagonistas de la gesta.

"Éramos como una familia. Paseábamos por el pueblo y saludábamos a los vecinos. Nos parábamos con todos. Éramos como uno más en el pueblo. Nos sentíamos como ellos. Nos trataban muy bien y nos animaban para cada partido. Entrenábamos en un campo de arena con el Monasterio detrás. Tengo muy buenos recuerdos de San Lorenzo. Fui muchas veces a misa en su Monasterio. A veces iba con Irureta", declara Eusebio a EFE.

El Hotel Victoria Palace. La segunda casa

El recinto es el cuartel general del Atlético. "Es nuestra segunda casa", afirma Eusebio. "Nos trataban como si fuésemos sus hijos. Los dueños, los empleados, los camareros. Estábamos de lujo allí. Son recuerdos muy emocionantes, porque éramos una familia", añade.

"Estábamos dos jugadores en cada habitación. A mí me tocó mucho con Heraldo Becerra. Jugábamos en los ratos libres al mus y al tute y también al billar. Recuerdo que en el sótano había una mesa de billar y pasábamos grande ratos allí. Cuando llovía, nos quedábamos en el hotel. Corríamos por los pasillos en vez de bajar al campo de arena", se le agolpan los recuerdos a Eusebio.

El entrenador. Control absoluto

Luis Aragonés pasa en 24 horas de jugador a entrenador. Tras la novena jornada de la campaña 1974-75 sustituye en el banquillo al argentino Juan Carlos Lorenzo, después del 2-2 con el Sporting de Gijón en el Calderón.

Antes del partido de vuelta ante el Independiente, el Atlético transita por un curso regular. Ha quedado eliminado en la segunda ronda de la Copa de la UEFA por el Derby County y ocupa el quinto puesto en la Liga, lejos del líder, el Real Madrid.

El 'Cacho' Heredia, por su condición de argentino, conocía los secretos del Independiente y Luis mantiene muchas charlas con él durante la concentración en San Lorenzo. También con 'Ratón' Ayala. Heredia le aconseja al técnico que ordene regar el césped antes del partido.

El entrenador tiene reservada una sorpresa para el combate. En San Lorenzo le dice a Pacheco que será el portero titular. Reina había jugado el domingo anterior ante el Valencia en Liga con victoria por 5-2 del Atlético. También había jugado la ida en Buenos Aires y era el cancerbero habitual ese curso. Reina no se lo toma mal.

"Luis lo controlaba todo. Sabía todo de todos los jugadores. Cómo éramos, si teníamos problemas en casa o no, si salíamos por la noche o no. A qué hora nos levantábamos. Conocía los rivales, los jugadores... Estudiaba todo a la perfección. No se le escapaba nada. Controlaba todo", evoca Eusebio.

El presidente. Respeto máximo

El presidente del club, Vicente Calderón, no tiene cerrada la herida de la final de Bruselas, tras la que había bautizado al Atlético como "el pupas". Ansiaba más que nadie un triunfo en la Intercontinental.

"Su figura imponía", relata Eusebio. "Tenía una autoridad máxima sobre todos. Todos los futbolistas le teníamos un respeto absoluto. Recuerdo una vez que se presentó en el hotel de San Lorenzo y estábamos jugando a las cartas. Hubo un grupo de jugadores que no se levantó al verlo entrar a la sala y la bronca fue monumental. Cuando él aparecía, todos de pie", recuerda.

El rival. Un equipazo, con Bochini como figura

El Independiente es el campeón de la Copa Intercontinental en 1973 y de la Libertadores en 1974. Un equipazo. Luis Ricardo Enrique Bochini tiene sólo 20 años, pero es la figura indiscutible del equipo rojo. Bochini es un prodigio de la técnica, del último pase. Un '10' pequeño, pero con una visión de juego extraordinaria, que fue el ídolo de Maradona. El hombre a anular. La obsesión de Aragonés.

"Bochini, Bochini. Todos hablábamos de Bochini. Había que pararlo como fuese. Luis no hacía más que insistir en eso. Se lo decía a Adelardo y me lo decía a mí. Si no dejábamos jugar ni pensar a Bochini, tendríamos muchas posibilidades de triunfar", rememora Eusebio.

10 de abril de 1975. Autobús a Madrid para el partido. Sólo ganar

La despedida en el hotel para el partido es emotiva. Todos los empleados en la puerta principal animando al Atlético. Lo querían de vuelta con la Copa Intercontinental.

El equipo toma precauciones y arranca hacia el estadio con tiempo. Es jueves, no llueve y no se prevé demasiado tráfico en la Nacional 6, pero se quiere evitar cualquier imprevisto. En alguna ocasión, en los partidos ligueros de los domingos, el autobús se ha topado con caravanas interminables de vehículos con familias que regresan a la capital de España después de pasar el fin de semana en los pueblos de la sierra.

Todos pensaban en la victoria y en el título. En resarcir a toda esa gente que había llorado como ellos en Bruselas. A esa legión que esperaba en un estadio Calderón a reventar.

"Estábamos mentalizados para ello. Éramos una piña. La responsabilidad era grande. No podíamos fallar", reconoce Eusebio.

El partido. El Atlético, a la cima del mundo

A las nueve de la noche empezaba el encuentro. El Calderón registra un lleno absoluto, con 65.000 espectadores que crean un ambiente espectacular. Inolvidable. Se reparten banderines con los colores rojiblancos en las puertas de acceso. Las peñas se desviven y reparten por los bares de la capital de España el cartel anunciador de un evento histórico.

A la salida de los jugadores al verde el ruido es ensordecedor y la escena preciosa, con todas las banderas al viento. La afición anima haciendo chocar las viejas almohadillas de pluma unas con otras. "Fue emocionante. Pudimos dar una gran alegría a la gente y eso se nos queda para siempre", afirma Eusebio.

En el minuto 22, Irureta marca el 1-0 con un remate de cabeza, tras un centro de Gárate. En el 85, Ayala hace el 2-0, que da la Copa al Atlético. Adelardo, que antes del encuentro recibe una placa conmemorativa por sus 500 partidos con el equipo y anula con su marcaje a Bochini, recibe la Copa y da la vuelta de honor con ella a hombros de sus compañeros en una imagen icónica, para la posteridad.

Alineaciones del partido:

Atlético de Madrid: Pacheco: Melo, Heredia, Eusebio, Capón; Adelardo, Irureta, Alberto (Salcedo, minuto 69); Aguilar, Gárate y Ayala.

Independiente: Perico Pérez, Comisso, López, Carrila, Pavoni, Saggioratto, Galván, Bochini, Balbuena (Rodríguez, minuto 67), Rojas y Bertoni.

Eusebio Bejarano. Entrañable

Eusebio Bejarano Vilaro (Badajoz, 6 de mayo de 1948) ficha por el Atlético de Madrid muy cerca de la primavera de 1968, con casi 20 años. Debuta el 20 de octubre de 1968 en el Manzanares en un Atlético-Elche (0-0) y permanece en el club madrileño once cursos, hasta 1979. Gana tres ligas (1970, 1973 y 1977), dos Copas de España (1972 y 1976) y la Copa Intercontinental (1975). Además, es subcampeón de Europa (1974).

Eusebio es un centrocampista reconvertido a defensa central. Es alto y espigado. Es un futbolista que sale con el balón jugado. Fino y elegante. Completa 223 partidos oficiales con el Atlético, entre ellos los dos de la final de la Copa de Europa (1974) y los dos de la Copa Intercontinental. Se retira del fútbol en 1982, tras pasar por el Sporting de Gijón y el Badajoz.

A sus 76 años, actualmente vive en la capital pacense. Eusebio es humilde, cariñoso y cercano. Un hombre bueno. Una leyenda rojiblanca. Una persona entrañable.

Jenaro Lorente

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